6.21.2014

las gotas en el vidrio rastrean los besos que supieron ser diálogos de dos bocas. traductores de una noche. las pestañas de dos despeinados por la gravedad. el peso de las calles y sus ojos transeúntes en ambos. una mujer que se esconde en sus ropas, que se enfurece en sus bancos rebalsados de piropos ensangrentados. él camina con el deber, un tipo bien puesto al trato de la mujer, un servidor de copas en sus bocas y unas piernas que contienen el dar firme. siempre listo, siempre viril. y entre sabanas se refugian, los parpados no dejan ver si los brillos de las pupilas apuntan o se esconden, si acatan o se enfurecen. siguen danzando porque ya es un ritual moderno, porque es un simple acto más donde los roles son como en el ajedrez. y pierden, amorosamente se desprenden su idiosincrasia de las pieles, las miran con desgano, y se vuelven a vestir con ellas, porque a la calle ya salen con los besos desnudos, donde tradujeron las incógnitas que supieron escapar de las reglas.