es una ciudad que elige ser quieta. grisaciamente repugna para las orgánicas formas del humano. su quietud radica en las pantallas y las imágenes. voy a ser feliz, esta vez voy a ser feliz. y la quietud persevera y la manzana es un amor idílico, es el espejo o es la marca. y esta vez voy soñar, y el sueño también posee dueño estático, grisacio. sentado espera que diga, su sueño es. palmeras y pensar al domingo: lunes escritorio, silla y formas geométricas. y esta vez voy a denunciar y su denuncia es. el circulo de los mares, el stand by de los días, el veneno en las comidas, el tiempo que no se trasciende, el encantamiento de lo banal, el deslumbramiento de lo novedoso repetido, el desmembramiento de los amores en las esquinas, el devenir de las sopas con agua de las cloacas, el espejo retrovisor empapado de sudor ajeno, la nuca torcida de querer ser ojos que espían cual es el robo, donde están las salidas. No intentar morir en un sin oxigeno estancado, de desprenderse en lo divino, pasajero e inmortal. en continuar el circulo de mares, con aguas ajenas. des-contextualizados, inmersos en bolitas de plástico que marean a un dinosaurio ya sin garras, sin proezas, un montón de luces desvinculadas, asustadas que saben tele-transmitir la belleza de las nadas. de todos bien al sur.