4.22.2013

No puedo sacarme la amargura teñida de tu voz. Me cuesta desprenderme de ese cacho que me diste de desternura, de descariño. Puedo inventar palabras y querer que se entienda lo que digo, pero no puedo comunicarte la pena de escucharte decir que. Que así futurizas, que así viajan tus ojos, aunque te detengas a decirme las cosas mas lindas, las felicidades de las palabras en tu trato repentino de quejas y mas queja exagerada me encuentro con un llanto. Que si las cosas no son iguales, que si es lo normal, pero que si lloro como un leve manantial que se lleva ramas incrustadas en el pecho, que se lleve los musgos de tu voz. Que no me interesa una nube gris por mucho tiempo, en algo tan soleado como el amor. Y me encuentro llorando, porque me duele la boca que amo diciendo heridas a mi piel. Porque quiero paños de caricias a nuestros cuerpos, quiero convocar al disfrute y la alegría.

4.11.2013

Que bien se sentía saboreandole los labios, sacándole jugo a ese muchacho una noche que no decía mas que  lo que las estrellas proponen. Que aficionada a la lengua de varón, a las manos grandes y a las espaldas triangulares  Esa manera de posarse en los ojos, en las miradas de los transportes. Se sentía bien besando las bocas ajenas bien sabidas propias por aquellas noches donde se cambiaba el nombre, donde se vestía y desvestía a los brillos y a las ocasiones. Él gozaba de los lunares prófugos entre sus ropas,  tentaba a la piel a ponerse de gallina, el giro de los poros hacia afuera le divertían. Besaba con las humedades de sus labios, lo seco de la pieles, morochas en las noches, blancas en las luces. Sabía dejar ser sus manos entre los pelos, de rulos, de lacios, de ondas. Y a cada una, le besaba las pestañas, en alguna oportunidad de sus descontroles corporales. Bien les sabia los huecos y espacios. Las formas y los contenidos, que sabían leer y ver en aquellos cuerpos oportunos, de alguna noche, de alguna vez.
Pies paralelos al piso. Miraban los desmanes de pies y dibujos en el aire. Cadera perpendicular al piso, giraban como trompos llevados por la adrenalina del juego. Mirada con orgullo, regodeaban el anhelo del cuerpo ajeno. Manos extensas. Agarraban todo lo disponible, y sin mas agarro con una su hombro izquierdo  con la otra la panza cubriéndola de su ancho cuerpo viril que sacrificaba el peso de los dos. Sosteniéndose en un sin fin de segundos danzaban pegados, como si el sudor fuera uno. Giraban con lo brazos invocando a la lluvia de afuera, en penumbras de lamparas gozaban la música, y volvían a juntarse, a unir la pelvis masculina con el sacro femenino, y con un rejunte de fuerzas opuestas se encontraban las manos deslizándose por sus muslos, por sus pechos , por su espalda. La espalda de él, triangularmente definida, de los músculos mas paradisíacos donde posar el peso del cuerpo. Donde quedarse sostenida en el disfrute de danzar.

4.07.2013

Regaderas de aguas tibias recorrieron mi piel, en el instante en donde me explicabas una técnica de relajación. Pude sentir el estremecer de la adrenalina al soplar tu aliento tan cerca de mi oreja, incorrectamente gire mi nariz hacia la tuya y el paso siguiente fue dejar libre a mis labios. Disfrutando tus caramelos de durazno se encontraban, dando rienda al abrazo de los labios nuestros, que mas que abrazo era un encuentro detenido en el tiempo que esperaba realizarse por el  puro placer de saborear esa saliva escondida en una boca tan dibuja en cálidos  mixturada con lo rígido de la piel curtida, de comerse los labios, de comerse lo besos enterrados que trataron por mucho tiempo de renacer en miradas incontroladas, en juegos cercanos, en la equivocación de la mano que sin saberla controlar se fue directo a tocar esa parte del cuerpo que ansiaba hallar. Tímida gire mi mirada, ¿Qué sabia si seguir o no? tenia un contradicción oculta mayor. Me retaste, confirmando la ingratitud de mi echo, pero debo admitir, me sorprendiste con tu contradicción también. Agarraste mi cara, la giraste hacia vos y nos volvimos a abrazar con los labios de deseo. Escondidos de una mujer, escondidos de una amiga tuya, escondidos de la contra adicción. Me levante caminé, pero ya no estabas te habías transformado en otro, que a gusto me encontraba pensando en el dejarme libre al calor humano.