La paciencia de una mujer que entiende el machismo de un pobre varón con presiones sociales. La tierna mirada que puede ofrecerle al pánico de no poder ser. La empatía que se extiende en sus piernas nocturnas y el perdón de los hombres pagado por la misera vivencia de no alcanzar lo macho, lo patético es ser macho frente a la mirada de unas pestañas que miran un nuevo horizonte en las formas de a dos. La tristeza tuvo esa noche la figuración en una generación que sigue besando con los labios del ayer.