Esta distancia física solo acentúa la de las sabanas. Contrariadas nuestras manos. Tu palma buscando mis muslos. La cruel tiranía de la mía devolviéndola a tu eje. Entre mis sueños, películas de la noche, te vuelvo a ver: frágil y congelado en tu dormir. Un hilo de luz devil chorreaba desde tus cortinas hacia tu espalda, ver el correr del amanecer por sobre tu piel dorada. Éxtasis. Madrugada, el despertar por tu mano sobre mi rodilla. Volver, con la frente marchita a quererte. Devolver, de volver. A la nostalgia y la cruel renuncia. A tu boca, fiel estaca. A mi boca, ambiciosa. A nuestras bocas que se alejaban, como imanes de un mismo polo.
Boca tan lejana siempre, hoy lejana por un ancho mar. No pensemos en volar, en bajar a nuestras pestañas cuando las circunstancias se unan con los pasos, ni llamemos a unir ciudades, ni festejemos los regresos. Que si hay portavoces para dicha causa son las media noches en la cama de la soledad, dos cuerpos y un discurso sin lenguaje.