Pudiendo ver el calor del hueco que generaba tu entrebrazo y abdomen se le hizo imposible a mi pecho no querer dejarse cuidar. Aferraste tu cariño de la noche a mi espalda, seguiste los pulsos de la música mientras no dejabas de ser un techo precario pero real en mi piel. se instalaron los ojos en un marrón y verde, que tenían el privilegio de ser pigmento fuego. se instalo todo tu calor, que grita por darse. y ese grito no es mas el que a mis pies los hacen caminar, no buscan compañero, creen no poder haber sentido tanta casualidad y pasión. creen en algo nuevo, que por ahora no saben ver. están en proceso, lo saben tus manos. Pueden arder si saben de minutos por algo verdadero.