Fresco de la noche, tu mano deslizándose por debajo de mis ojos. Buscas levantar mi parpado lentamente, debajo del árbol despendedor de hojas que caen y nos golpean. Horas alzadas, lentamente sobre el mástil de la oscuridad nocturna. Tu mano rustica y firme levanta mi piel del ojo y te buscas meter despacio, como quien quiere darle besos a la boca sin morderla, como quien quiere abrazarte pero calcula porque le interesa ese brazo. Contas historias, y me regalas sonrisas pasadas. ¿Qué buscás en mis ojos? ¿La parte donde no conoces? Pongo una mano sobre tu centro y te mantengo distante, mis brazos no se abren como paraguas, como sombrillas cuando les da la luz o la lluvia. Se abren cuando les da el calor de los centros. Seguí participando, te aliento. Tu boca y mirada pueden a mis extremidades. Lentamente las pueden como blandas espumas que se dejan caer, como voy dejándome estacionar, en un agua que no se le ve el fondo. Me dejo flotar.