10.07.2011

Lucila

Ojala que toques mi nariz como lo hace la luz de un vidrio. Te rocen mis rodillas tibias entre tanto frío incontrolable. Y lloremos juntos porque en esta sociedad hay tantos velos en la caras, y riamos porque somos exponentes de cambio en cada palabra y su propio lenguaje. Ojala que sientas todo lo que no pude transmitir antes a poros hermosos, y sanos. Y no temas por los miedos, que para eso están las pupilas de mi techo. Mi techo, que le hago círculos y despego a un vuelo no muy duradero. No muy duradero. Si miras a tu lado, ojala.