Es el no sé de mi existencia. Es el si de otro.
No quiero decirle no, no se lo merece. No quiero decirle no sé, no se lo merece. No quiero decirle si, no me lo meresco. Es la brecha entre algo grande. Es un orificio muscular del corazón, que se lo ahueca sin razón. No quiero pero lo presiento a un gran no. Grande, grande como el recuerdo de una mirada hacia un árbol de chiquita. Es que no se atreve porque no es el castillo que soñé, porque es un ideal de un adolescente, porque es un fantasma en plena noche. Porque no existe, por probarlo y saborearlo se que no existe, asique será otro no aunque se que no se lo meresca como los otros no que fueron un no sé por mi culpa, grandisíma culpa de no poder decir no y cargar con el secreto del no, será un no por un pasado resonando en el presente. Será otro único no hacia mi misma. "Che... mmm, no". Y de repente crece en forma circular una manada de recuerdos recientes, de sonrisas y olores ricos, crece un sentimiento adentro de estabilidad placentera, crece dosificadamente una armonía de minutos u horas pasadas. No veo el porque de ese no, porque existe ese buen momento. Un lugar privilegiado y gratuito. Ahí donde no quería estar en otro lado, esa sensación que no tiene que ser dada a él. Es de otro.