11.17.2016

.Y ahí es cuando volvía, a la noche, al caminar sola que tanto me gusta, al olor de la inmensidad nocturna y las historias narradas tan diferentes y entretenidas si te detenes a observarlas en algún bar, en alguna esquina. Perderse, porque es perderse entre los pies, y las manos, en esos abrazos sinceros de la conexión de un baile. Es así, las pieles y los cuerpos existen en un dialogo que excede al de nuestros pensamientos, que nace de un profundo y simple vivir. Las historias con que se narran los ojos, las bocas, las amistades.

Se vive, porque así se viven los amores. viviendo, la desmesura de tener vida y no saber que hacer con ella.

En esa intensidad de enamorarse, y disfrutar tanto con un cuerpo, de sentir pechos abriendo mil pasos al tuyo. Mover de paisajes, de aventuras a besos, y caminatas por cualquier lado, por cualquier ganas. Sentir que nunca se sintio asi ni va a volver. porque cada amor, trae sus dosis únicas. Pero paradojicamente, nunca deje de estar enamorada. Aliarme a una amiga que entiende tanto de las guías que contienen las estrellas, y dejarnos llevar por las luces de ellas. Caminar a cada antro, a cada recóndito lugar nocturno que nos de un sentido a mas. Un vivir eterno. Donde se sueltan los cuerpos, se ríen las gracias, se miran las bellezas y los defectos. Conseguir amigos, los justos y que están a tu lado. Para que nos acompañen, para que seamos entre ellos, cuidadas como nunca antes. Cuidadas desde el amor y el respeto, desde la risa y la admiración.

Salir a las noches, los paisajes y las culturas, requiere ese amor eterno, el único que me animaría a decir para toda la vida. Al que puedo prometerle esa eternidad, siendo sincera y no injusta. Al que puedo sentir que ese fuego, ese suave calor de adentro, no se le escapa nada. Que alumbra, y que tiene mil candileros de donde prenderse. Porque son miles las noches, y son miles los paisajes a conocer. Y ese motor, es miles de luchas que nacieron de siempre, y que cuando nací las herede.