9.29.2014

no recuerdo el instante donde deje mis manos a cargo de mis ojos, y entregue mi cuerpo y alma por una rodaja hermosa del mejor pan. hay cosas que son del hacer y otras del esperar. esperemos confiar. que los gestos de una escultura dicten la sensibilidad dejando hacer, y no sus músculos conformados por la mejor miga nocturna. la mano moretoneada aborrece lo borracho de los ojos, ellos se embriagan fáciles: un poco de belleza y se pierden en lo superfluo de la sensibilidad. mientras el hacer pretende juntar varios panes, tantear su humedad, maleabilidad, color, calor.. y cuando construye efimeramente o no, tira sus cimientos sabiendo el disfrute de su construcción. los ojos se desentienden, quieren inyectarse la belleza en la sangre, drogarse completamente de lo sublime y ajeno. el éxtasis de lo desconocidamente bello. y las contradicciones se amontonan , aglutinan, y los pasos se tropiezan, embarran y duelen. y el circulo se hace vicio, y el vicio quiere inyectarse belleza, y el arte del amor a las migas de pan y el hacer perece, como si la mala intención se tomara una distancia, su presencia o ausencia es indiferente, el caos de embriagarse por las mejores migas de pan sin tacto, sin contenido, sin ingredientes, es el triunfar de la frialdad y el alimento para el ego de tontos.