Abrir las ventanas,
respirar profundo,
llenarse de los arboles a lo lejos.
Prender un sahumerio.
Pintar de blanco.
Poner un mapa justo a donde queres ir.
Es eso.
Justo adentro de uno es donde se quiere ir.
A bucearse y escalarse.
Enamorarse en el paso espontaneo de cantar en la calle,
correrse el pelo como nadie podría hacerlo.
Ponerlo justo detrás de la oreja donde se dibuja la curva.
Besarse un hombro, olerse la piel luego de bañarse.
Estirar las piernas bajo el sol.
Dormirse abrazado,
despertarse y sentir como te acaricias la piel,
justo como te gusta y nadie mas puede saber.
Bailar al compás de reír,
dejar que los pelos se deslicen, como los pies con el piso.
Porque lo esencialmente bueno esta en uno.
La fiesta del interior, que se comparte cotidianamente con los otros.
Y ahí se proyecta el carnaval, justo ahí donde las miradas están hablando.
Se cuelgan los banderines de las alegrías,
y los colores cuenta todo aquello que nos excede.
El sol, el aire, el fuego y el agua.
Nos excede y los amamos.