te mostré el camino hacia mis sentidos. exigen ellos hoy que los revivas. tus yemas sobre mi sensibilidad, la danza de tu mano haciendo una marea a mi cuerpo. apoyarnos en las palmas del afecto espontaneo, de una chica frente a los ojos de un muchacho. Tengo un par de amaneceres que quieren descubrir tus ocasos y tal vez veas que mis atardeceres son igual de mansos. No reconocí en las bocas un gusto tan compañero, al comer nuestros caramelos y vivir el sabor de los encuentros. Una tarde te enseño a sonreír, una tarde me enseñas a cantar. Y reconozco, tus pestañas acariciándome cuando duerme mi calma en tu pecho.