Sus pestañas en su cara. Las manos que todo cuentan, y muy poco pueden ocultar. El tiempo pasa, su sensación es como la última. Y repreguntarse la pregunta, y decir ¿Cómo? y decir. Y el silencio. Y no es la primera vez que mira esos ojos, que le dan pestañas. Y no están. Cada caída de pestaña es la seguridad de que el tiempo queda, y las sensaciones se van. O, me equivoque. Los brazos estan ahí en la seriedad de sus risas, y las mascaras de sus noches. Hermosas noches que los hacen existir. Sin esa existencia, él no podría contarle que feliz está. Y sin la existencia puede contarse que feliz que está.
Viendolos, yo sé que existe esa felicidad