8.09.2011

Marisel

Venías a casa siempre con peinados diferentes. Ayer viniste con tus rulos que disparaban para todos lados, me dijiste un hola distante y no le di importancia porque desconcetraban mis ojos, esos rulos morochos. Te sentaste y desde ese momento mi cabeza quedo por abajo del horizonte. Todo lo que construimos se iba desmonorando mientras me decías tantas cosas, yo miraba como se rompía todo contra el suelo. Levantarte y decir "hablamos" son tu identidad, que poco que sos ¿no? Cerraste la puerta despacio. Fuí al sillón, me acosté y el ventilador me cerró los ojos.