7.12.2011

Los campos extremadamente verdes, de Esteban y Rocío.

Estábamos en una casa planeando la revolución. Eramos ochenta enfiestados de amor por ese plan. Eramos más poderosos que las maquinas que dan energía a las ciudades, podíamos sentirla en nuestras felicidades. Nosotros dos objetos recién salidos de la fábrica, muy nuevos para todo esto. Teníamos inseguridades de las más profundas ya, del amor, del existir. 
Mis ojos escapaban a tu cara, ocultaban las ganas de contener en un portaretrato mental esa maravilla que posee las palabras más fuertes y las convicciones más justas. Y así desde un par de años ya, pero no siempre de esta forma, hubo un tiempo en que creíamos firmemente que íbamos a vivir juntos en los campos extremadamente verdes de Irlanda. Fue la vez que nos cruzamos de casualidad antes de ir como todos los martes a cambiar al mundo, sin saber que sólo eramos otra cosa funcional. La vereda, el espacio entre el cordón y las rejas de las casas que nos mantenían en un contexto de roce permanente. Y llegamos y eramos dos mas como si no hubiera cambiado nada, pero antes de llegar al lugar me preguntaste si no había problema en entrar a mis sentimientos, con una pregunta tan común: Che, ¿estas saliendo con alguien?. Duro semanas, pero ese histeriqueo no es para un lugar donde pasan tantas cosas, que a la otra semana no sabes donde vas a parar. Murió cuando me fui, y dije que todo ese disfraz colorido y sucio del lugar no eran para mi. Se que llegaron otras para reemplazarme y que se logro superarme a grandes cantidades, porque jamas seguimos nada. Las circunstancias y nosotros. 
Los abrazos y lo que sea que queremos esconder, el no poder evitar mis manos deshacerse trayendo tu cintura a mi, tus manos conteniendo mi cara como nadie mejor puede hacerlo, y los permanentes puntos suspensivos que coordinan nuestros caminos de decisión. No confundamos, nada mejor que no hacer es lo que por hoy podemos ofrecer. Pero es la duda y el hueco entre nosotros que tanto queremos rellenar, lo que nos hace esa duda existencial para enloquecer y cada día hacer mas dudable y certera la idea de los campos extremadamente verdes.