Hoy no lloré por la infancia de mi abuela, teñida de maltratos por tener dos bocas.
Tampoco lloré por mi mamá y los abusos visuales, audiovisuales y táctiles de aquellos que tentaron hacerle daño por tener dos bocas.
Menos lloré por mi que miedos ancestrales me persiguen por tener dos bocas.
Hoy y hace bastante todas estas mujeres que llevo caminan calles de bailes, charlas, cantos, risas, fuerza, unidad, alegría, sensualidad por el hecho de tener dos bocas.