8.27.2010

Polo Sur. Polo Norte. Anduve por ahí.


Yo conozco la tristeza. La conozco por elección propia y por lo contrario de ello. Es fuerte y sin medida muy parecida a la alegría. No conoce otra versión que el lado malo de las cosas. Le asusta los cambios. Cree que es muy vulnerablemente potente y no conoce a la verdad. Es que esta loca, a veces suele surgir por otra realidad. Algo que no existe y se creo para que ella también tenga existensia. Yo conozco la tristeza porque soy transparente y porque también conozco la sinceridad. En el centro de uno es donde me suele estallar. Es profunda y vacía entre tanta artimaña de dolor. Es constante de segundos y tiene una extensión infinita que ese suele ser su límite.Las lágrimas no son sus amigas porque en ellas se desprende dolor, es egoísta y lo quiere todo para sí. Entonces ahogada de mares de penumbra como nubes blancas pero de tan juntas demasiado encegesedoras, una se mete a flotar en esos mares pero no nos vamos muy lejos nos quedamos en la superficie dejando que todo ese océano fluya por su cuenta, nos moje la nariz y nos ahogue un poco. Nos despierta para que nos ubiquemos donde estamos y en la misma miseria nos demos entierro porque casi muertas estamos. No podes hacer nada porque sentís que todo perdido está. Que tu cuerpo no es tan vital. Que no corres una cuadra, no hay meta que alcanzar. Es una obsesión la que te da tu ataúd de momentos al cual vos sólo podes negar. Podes optar por dejar todo ese funeral que ibas a planear y salir a resucitar. A bailar sin pensamientos, a gozar de verdad. A sentir el viento penetrarte por esas calles que amas caminar. A ejercitar abdominales de llantos de risas que podes lograr. Porque yo conozco muy bien la tristeza pero por sobre todo la conozco porque conozco lo que es la felicidad.